Trastornos de Ansiedad

Fuente: Imagen tomada de Pinteres, 2019.

La ansiedad es una emoción normal en todas las personas, se trata de una reacción natural ante situaciones de estrés e incertidumbre, por ejemplo antes de un examen, un problema en el trabajo, al caminar por una zona insegura o antes de tomar un decisión muy importante. Este tipo de ansiedad nos resulta útil pues nos alerta de un posible riesgo, ante el cual, tomamos precauciones y las medidas necesarias para prevenirlo, evitarlo o ser más cuidadosos.

Esta reacción generalmente termina cuando se supera la situación que la provocó, sin embargo, hay personas en las que no desaparece esa ansiedad y puede llegar a empeorar con el tiempo; presentan angustia, algún deterioro funcional en alguna área de su vida (como sus relaciones sociales, familiares, en el trabajo o la escuela), pueden sentir dolores en el pecho, tener pesadillas e incluso tienen miedo de salir de sus casa. Es aquí cuando se presenta algún trastorno de ansiedad:

Trastorno de ansiedad generalizada

Las personas con este tipo de ansiedad, sienten ansiedad y preocupación la mayoría del tiempo y no sólo en situaciones potencialmente estresantes; estas preocupaciones son intensas, irracionales, constantes (al menos la mitad de los días durante al menos 6 meses) e interfieren con el funcionamiento normal en la vida diaria (actividades en el trabajo, la escuela, los amigos y la familia), pues son difíciles de controlar.

Trastorno de pánico

Se trata de un trastorno muy debilitante y diferente al Trastorno de ansiedad generalizada pues, mientras a éste se le conoce como ansiedad rasgo (por ser más duradero), el Trastorno de pánico es mejor conocido como ansiedad de estado, pues la sintomatología es aguda. Las personas con Trastorno de pánico tienen sensaciones de muerte o la posibilidad de quedarse sin aire, lo cual, causa tanto problemas psicológicos como físicos; la sensación puede ser tan intensa, que las personas llegan a necesitar hospitalización.

Las características que mejor lo definen son:

  • Presencia de ataques de pánico recurrentes e inesperados.
  • Preocupación porque un ataque de pánico vuelva a ocurrir después de haber experimentado uno, al menos durante un mes.
  • Preocupación por las implicaciones o consecuencias de un ataque de pánico (por ejemplo, pensar que el ataque es un signo de un problema médico no diagnosticado).
  • Cambios significativos en el comportamiento, como evitar realizar actividades físicas, pues puede aumenta su frecuencia cardíaca.

Muchas veces, las personas usamos los términos ataque de ansiedad y ataque de pánico de manera intercambiable, sin embargo, no son lo mismo y es importante diferenciar ambos. En casos extremos de ansiedad, también se puede diagnosticar un Trastorno de pánico, si este es el caso, es más probable que se experimenten ataques de pánico, aunque no necesariamente se necesita ser diagnosticado de esta forma para tener uno; cuando se tiene un ataque de pánico por primera vez, se puede tener miedo de tener más ataques y es aquí cuando se considera un diagnóstico de Trastorno de pánico.

Los síntomas de un ataque de ansiedad normalmente aparecen gradualmente y pueden durar días o semanas y pueden aparecer y desaparecer, éstos son:

  • Nerviosismo y preocupación.
  • Tensión e irritabilidad.
  • Temor.
  • Problemas para quedarse quieto.
  • Aumento de la frecuencia cardíaca.
  • Opresión en el pecho o dolor.
  • Escalofríos o sofocos.
  • Sudoración y falta de aliento.
  • Entumecimiento u hormigueo.
  • Malestar estomacal o nudos en el estómago.
  • Sentirse mareado o aturdido.
  • Dolor de cabeza.
Fuente: Imagen tomada de Pinteres, 2019.

Los ataques de pánico normalmente aparecen repentinamente sin previo aviso y son muy extremos, pueden ser desencadenados por ansiedad o estrés excesivo, pero no necesariamente necesitan que ocurra un evento determinante; normalmente se experimentarán la mayoría o todos los siguientes síntomas, alcanzan su pico a los 10 minutos y suelen durar hasta media hora, provocando que las personas se sientan cansadas o agotadas, pueden ocurrir varias veces al día o una vez cada cierto tiempo:

  • Nerviosismo y preocupación.
  • Tensión.
  • Temor.
  • Miedo a morir y/o perder el control.
  • Problemas para quedarse quieto.
  • Palpitaciones del corazón o ritmo cardíaco acelerado.
  • Opresión en el pecho o dolor.
  • Escalofríos o sofocos.
  • Sudoración y dificultad para respirar.
  • Hiperventilación.
  • Entumecimiento u hormigueo.
  • Hipoxia (en casos extremos).
  • Malestar estomacal o nudos en el estómago.
  • Sentirse mareado o aturdido.
  • Dolor de cabeza.
  • Desprendimiento de la realidad o del yo.
  • Temblor o temblor.
  • Sentido de inminente muerte o peligro.

Los ataques de ansiedad, eventualmente pueden convertirse en ataques de pánico, los cuáles, son un infierno para todos aquellos que los padecemos y son tan graves que pueden requerir hospitalización. Acá presentamos algunas diferencias clave:

  • Miedo a morir y/o pérdida de control / sentido de inminente muerte o peligro.
  • Palpitaciones del corazón.
  • Dificultad para respirar o hiperventilación / hipoxia por hiperventilación o falta de oxígeno.
  • Desprendimiento de la realidad o del yo.
  • Temblores.

Durante un ataque de pánico es muy difícil recuperar el control, una vez que comienzan es casi imposible detenerlos, la mayoría de las veces necesitaremos de medicamentos para ayudar a calmarnos o de lo contrario seguirán su curso. Otra diferencia obvia entre ambos es la forma en cómo inician, los ataques de ansiedad suelen aparecer de manera gradual y pueden durar días o semanas; mientras que los ataques de pánico se producen de manera rápida y repentina, normalmente sin mucha advertencia y generalmente se resuelven en una hora, y si son graves, requerirán de hospitalización.

Ambos ataques pueden ser muy perjudiciales para nuestra vida diaria, pues afectan nuestro apetito, sueño, nuestras relaciones con otras personas, nuestros hábitos de vida, el desempeño laboral, provocan dolores de cabeza, tensión muscular, problemas digestivos, afectan el sistema inmunológico, entre otros; afectan nuestro bienestar mental y físico y son muy estresantes; la preocupación excesiva y la cantidad de estrés que el cuerpo sufre es muchísimo, sin embargo, y afortunadamente, ambos se pueden tratar, con terapia y si es necesario, con medicamentos. Existen muchísimos más riesgos asociados a ambos tipos de ataques, los cuáles aumentan a medida que pasa más tiempo sin tratamiento.

Trastorno obsesivo-compulsivo

Los pensamientos ansiosos pueden influenciar nuestro comportamiento, a veces puede ser positivo como cuando no dejamos de pensar que dejamos el horno prendido, lo cuál hace que vayamos a verificarlo; sin embargo, cuando estos pensamientos son recurrentes, las personas pueden desarrollar comportamientos poco saludables, esto es mejor conocido como Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

El TOC se caracteriza porque las personas que lo sufren tienen pensamientos, ideas o imágenes que causan ansiedad (obsesiones) y provocan que la persona realicen ciertos rituales o acciones (compulsiones) para reducir el malestar. Por ejemplo, el miedo a contaminarse o sensaciones de duda provocan constantes preguntas como ¿habré cerrado la puerta de casa?, lo cuál nos lleva a desarrollar compulsiones como lavarse la manos constantemente, comprobar repetidamente que la puerta está cerrada, contar y organizar repetidamente las cosas, etc.

Trastorno de estrés postraumático

El Trastorno de estrés postraumático (TEPT) ocurre cuando una persona ha vivido una situación traumática que causa un gran shock emocional y estrés psicológico (por ejemplo un accidente serio de tráfico, un asalto, un secuestro, abuso sexual, tortura durante alguna guerra, etc.) y cuando se piensa o se reviven la situación, pueden tener pesadillas, sentimientos de ira, irritabilidad o fatiga emocional, desapego hacia los demás, etc. Debido al alto grado de ansiedad que sienten las personas, generalmente evitan las situaciones o actividades que le recuerden el evento traumático.

Fobia social

Fuente: Imagen tomada de Pinteres, 2019.

La Fobia social se caracteriza por un miedo irracional a situaciones de interacción social (asistir a fiestas y otras reuniones sociales; comer, beber y escribir en público; conocer nuevas personas; hablar en público o utilizar los baños públicos) y sienten temor a ser juzgados, criticados o humillados y piensan que los demás se van a reír de ellos. La fobia social es un trastorno serio y algunas personas pueden incluso sufrirla al hablar por teléfono o comer frente a otras personas.

Suele aparecer durante la adolescencia y habitualmente, las personas no suelen buscar ayuda hasta después de 10 años de presentar síntomas. A pesar de que las personas saben que no deberían sentirse tan mal ante las situaciones desencadenantes, no pueden controlar su miedo y su ansiedad, por lo que a menudo evitan este tipo de situaciones. Es muy frecuente confundir la Fobia social con timidez, sin embargo, no todas las personas tímidas sufren de esto.

Existen distintos grados de Fobia social, las personas pueden sentir los síntomas en algunas situaciones sociales (Fobia social específica), mientras otras pueden sentirlos en todas las situaciones sociales (Fobia social generalizada).

Algunas investigaciones indican que la Fobia social se debe a desajustes de neurotransmisores (especialmente de serotonina), las experiencias traumáticas del pasado, el haber crecido sobreprotegido por la familia o la limitación de oportunidades de interacción social, son los factores más comunes que causan esta fobia.

Los síntomas no difieren de otras fobias pues las personas presentan síntomas de ansiedad y miedo extremo a las situaciones sociales diarias, piensan que son vigilados y juzgados por todo el mundo y cuando las cosas salen mal, sienten mucha vergüenza; el miedo y la ansiedad que sienten es tan intenso que interfiere en su trabajo, el colegio y otras actividades en su día a día. Además de los síntomas anteriores, la Fobia social también se caracteriza por lo siguiente:

  • Ruborizarse (eritrofobia).
  • Dificultad para hablar.
  • Náuseas.
  • Sudoración profusa.
  • Temblores.

Normalmente, este trastorno, suele ser abordado con un tratamiento psicológico donde pueden utilizarse diferentes tipos de terapias que ayudan y facilita conocer el origen del problema y se desarrollan nuevas formas para resolver las situaciones o fobias temidas. La Terapia Cognitivo Conductual (TCC) es la que se recomienda con mayor frecuencia para tratar las fobias sociales, pues se centra en entrenar al paciente para detectar los pensamientos irracionales y reemplazarlos por aquellos que van a mejorar su calidad de vida; cuando se trata de una Fobia social específica, se incluyen estrategias de exposición a los estímulos temidos para que los pacientes experimenten, por sí mismos, la irracionalidad de la fobia, se incluyen estrategias de reestructuración cognitiva, entrenamiento de habilidades sociales, relajación y exposición.

Agorafobia

La agorafobia es el miedo irracional al estar en espacios abiertos como grandes calles o parques; el agorafóbico siente una fuerte angustia producida por situaciones en las se siente desprotegido y vulnerable ante las crisis de ansiedad que escapan a su control. El miedo no es producido por estos espacios en sí mismo, sino por las consecuencias de encontrarse expuesto a ese lugar en el que se sienta indefenso, esto provoca, que en los casos más graves, las personas se recluyan en su casa como forma de evitar todo esto.

Fobia específica

Fuente: Imagen tomada de Pinteres, 2019.

Una Fobia específica es un Trastorno de ansiedad que se caracteriza por un fuerte miedo irracional a un estímulo, como una situación, un objeto, un lugar o un insecto. Las personas que las padecen hace todo lo posible por evitar estos estímulos, esta conducta puede interferir en el funcionamiento normal de su vida diaria.

Existen múltiples tipos de fobias específicas y algunas son muy extrañas, por ejemplo, la coulrofobia o miedo a los payasos, la filofobia o miedo a enamorarse, la amaxofobia o miedo a conducir. Existen clasificaciones generales para las múltiples fobias, en el caso específico de las Fobias específicas, existen cinco subtipos:

  • Zoofobia o fobia a los animales. En esta clasificación se encuentran las relacionadas con los seres vivos con peor imagen, como arañas o serpientes, pero en general, se incluyen todos los animales como un colibrí, un mapache, etc. Hay fobias que merecen mencionarse porque son muy comunes: ofidiofobia o miedo a las serpientes, la aracnofobia o miedo a las arañas, la cinofobia o miedo a a los perros, la musofobia o miedo a los ratones, la hipofobia o miedo a los caballos y la escolequifobia o miedo a los gusanos.
  • Entornos naturales. Dentro de esta categoría podemos distinguir 3 tipos comunes:
    • Acrofobia o miedo a las alturas. El miedo a las alturas puede ser muy severo e incapacitante, lo cual resulta importante pues en las ciudades, los cambios bruscos de altura son frecuentes, especialmente en edificios.
    • Astrafobia o miedo a las tormentas. Las tormentas suelen estar asociadas a cosas que pueden causar miedo, pero cuando se asocia a un componente traumático, la situación empeora; en este tipo de fobia, el ruido de las tormentas imposibilita calmarse.
    • Pluviofobia o miedo a la lluvia. Es uno de los tipos de fobias más extrañas, pues las personas que la presentan, cada que llueve, suponen un riesgo que va más allá de las inundaciones.
  • Hematofobia o fobia a la sangre e inyecciones. Es normal que todo el mundo pueda sentir miedo a la sangre o a las inyecciones, sin embargo, este tipo de fobia se distingue porque con frecuencia las personas suelen desmayarse al ser expuestas a estas situaciones.
  • Fobias de situación. Dentro de esta categoría podemos distinguir 3 tipos comunes:
    • Aerofobia o miedo a volar en aviones. Esta fobia presenta un miedo a morir en caso de alguna falla en el avión, lo cual, va acompañado del miedo a encontrarse en un espacio pequeño con desconocidos amontonados.
    • Claustrofobia o miedo a espacios cerrados. Se trata de miedo a lugares angostos o paredes muy cercanas entre sí, causando pánico en las personas que la padecen; se trata de casos graves, pues dentro de nuestra vida diaria, normalmente nos la pasamos en edificios y espacios cerrados.
    • Amaxofobia o miedo a manejar. Este tipo de fobia se descubre cuando las personas se enfrentan a sus primeras lecciones prácticas en un coche; es especialmente peligrosa porque impide manejar de forma prudente y pone en riesgo la propia vida y la de los demás.
  • Otras fobias específicas.

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