A quien no supo amarme…

Estas últimas semanas he estado pensando mucho en Luis, y no es porque lo extrañe y añore esos días cuando estábamos juntos. He estado pensando mucho en él y todo lo que arriesgué, perdí y recuperé estando a su lado y después de que terminó conmigo. He pensado en él por las lecciones que aprendí en esa relación, y es que la verdad es que no lo odio, no siento odio ni desprecio por él, eso sería darle mucha importancia otra vez, la verdad es que siento compasión por él y todas las malas situaciones que lo rodean.

Después de todo lo que viví en la relación con Luis y todo lo que sucedió después de que me terminó, la lección más importante que me llevo es que que el amor, en todas sus formas y sentidos, nunca podrá ser algo pasivo ni unilateral.

Creo que cuando nos enfrentamos a una ruptura amorosa y un corazón roto, lo primero que hacemos es buscar un culpables. En este caso, y para no dejar a un lado esta importante tradición, me gustaría culpar a mi propia inocencia por haberme enamorado de Luis de la forma que lo hice. La verdad es que nunca imaginé que un sentimiento de esta intensidad se desarrollaría en mí; fue como ver crecer a una plantita lentamente y de pronto ver cómo esa pequeñina se convirtió en un árbol.

A pesar de que fui testigo, vi y viví todo el proceso de crecimiento de mi plantita, no fui capaz de entender todas las señales de advertencia que se aparecían a mi alrededor, más bien no quise ver esas red flags. Comencé a ahogarme lentamente en todo lo que él era, y todo el potencial que vi en él, pero sus malos tratos y su gaslighting hacía que mi ansiedad creciera más y más. Supongo que fue esto lo que me hirió más: la nula lealtad, mentiras y la falta de palabra, junto a las expectativas y sueños que lentamente fui armando.

Me hirió y me dolió como nunca antes me había herido y dolido algo. A pesar de que ya sabíamos y yo ya sentía toda la verdad en mi cuerpo y hasta ese frío que sentía en los huesos me avisaba que todo estaba mal, Luis nunca fue capaz de decírmelo. Ni siquiera fue capaz de mirarme a los ojos para terminar conmigo, el muy cobarde lo hizo a través de un mail. Hubo mucho drama después de la ruptura, drama de mi parte porque me negaba a dejar ir a esa persona a quien tanto amaba porque yo creía que podíamos arreglar las cosas… aún sigue el drama, pero yo ya no soy responsable ni generadora de eso…

Luis nunca admitió la verdadera razón por la que terminó conmigo y es por eso que muchas noches lloraba como nunca y me preguntaba porqué había sido mi culpa y que «hubiera pasado si…». Hoy, con todo mi proceso de crecimiento personal por el que he atravesado y que me costó lagrimas de sangre, me doy cuenta de que no hay otro culpable más que Luis, por su falta de madurez y su incapacidad de decir las cosas por su nombre. Sus engaños fueron una constante casi desde el principio y las únicas veces en las que nos conectábamos era cuando decidía que tenía, finalmente, ganas de besarme o de coger conmigo.

Ahora siento que nunca llegué a conocer a Luis, siento que la doble vida que llevaba nunca le permitió mostrar su verdadero yo. Creo que estaba siempre a la espera de ese momento en el que finalmente se quitaría la máscara y me revelaría a su verdadero yo y decidiera no ser esa horrible persona y pidiera ayuda para cambiar. Imaginaba que ese sería el momento en el que nos daríamos cuenta que éramos el uno para el otro porque yo sería la única capaz de comprenderlo y ayudarlo. Fui la emperatriz de las ilusas e ingenuas.

Creo que al final, decidí dejarlo ir, dejar ir su recuerdo. Su presencia ya no formaba parte de mi vida desde hace muchos meses. Creo que he comprendido que ambos nos merecíamos todo lo que vivimos, creo yo que la diferencia es que todo ese sufrimiento y dolor por el que pasé me sirvió para darme cuenta en lo que yo estaba mal y decidí trabajar en mi misma; tú por el contrario, seguiste siendo la misma basura de persona y no se te ven ganas de cambiar y mejorar. Supongo que es por esto que podemos decir que lo que tuvimos no fue “amor”. Llegué a la conclusión de que el amor que realmente importa es el amor propio y que amarse a uno mismo, aunque siempre odié que me repitieran eso, es lo más importante para poder amar a otros.

Sé que el hombre a quien le escribo esta carta nunca la leerá, o quizás sí, ya no puedo asegurar nada. Independiente de lo que suceda, espero que pueda sacar una lección de esta vivencia de la misma forma que lo hice yo. Después de todo, cada cosa que nos pasa en la vida es una lección que debemos aprender.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.